terça-feira, 22 de novembro de 2011

Invocação a São José



 
"São José, guardião de Jesus e casto esposo de Maria, empenhaste toda vossa vida no perfeito comprimento de vosso dever, vos mantiveste a Sagrada família de Nazaré com o trabalho de vossas mãos.

Protegei bondosamente aos que recorrem confiadamente a vós.

Vós conheces nossas aspirações e nossas esperanças.

Se dirigem a vos porque sabem que vos os compreendes e proteges.

Vós também conheces as provas, dificuldades e trabalhos.

Mas, ainda dentro das preocupações materiais da vida, vossa alma estava cheia de profunda paz e cantou cheio de verdadeira alegria pelo intimo trato que tinhas com o Filho de Deus, o qual vos foi confiado e também a Maria, sua terna Mãe. Amém."

Autor: Papa João XXIII.

Oração a São José pelo Discernimento Vocacional

 
Oração a São José

 
Glorioso São José, que tão dócil fostes a voz do Espírito Santo, alcançai-me benignamente a graça de conhecer a que estado Deus em sua infinita sabedoria e bondade me destinou. Não permitais, São José, que me engane nesta importante escolha, da qual dependerá toda a minha felicidade neste mundo, e também talvez a minha eterna salvação.Fazei, pois, ó glorioso São José, protetor das almas, que esclarecida ( o ) a respeito da vontade divina, e fiel em segui-la, encontre o caminho que o Senhor me tem destinado, com infinito amor, a bem-aventurança eterna. Amém.
Pai Nosso – Ave-Maria – Glória........
São José, rogai por nós


"Ninguém ignora que São José é o esposo de Nossa Senhora e pai adotivo de Jesus."


São José é o grande patrono da Igreja Universal. Ninguém ignora que São José é o esposo de Nossa Senhora e pai adotivo de Jesus. A Bíblia não fala muito dele. No entanto, o amor cristão faz de cada palavra do Evangelho de São Mateus um ensinamento novo para a vida.
Eis alguns fatos que sempre recordamos:

*A ordem dada a São José, de receber Maria como esposa é o fim do Antigo Testamento e o começo do Novo. Ele é o patriarca, o grande pai.

*A fuga para o Egito e a volta lembram a história de todo o povo de Israel - o Êxodo. Portanto, São José é o amigo do povo, dos pobres, dos pequeninos, dos perseguidos e dos sofredores.

*Da Bíblia, recebeu ele o título maior que ela costuma dar a alguém: Justo. São José era um homem "justo".

*Tanto a Idade Média quanto os tempos modernos lembraram muito São José como modelo para o lar e, também, para o operário. A simplicidade e a fidelidade fizeram de São José o protector escolhido para Maria e para o próprio Jesus, bem como para todos nós.

Fonte: Evangelizo.org / http://evangelhoquotidiano.org/

terça-feira, 11 de outubro de 2011

Oração a São José para ser rezada depois do Rosário



Esta oração é especial para este mês de outubro, que a Igreja dedica ao Rosário:



"A vós, São José, recorremos em nossa tribulação e, depois de ter implorado o auxílio de vossa santíssima esposa, cheios de confiança solicitamos também o vosso patrocínio. Por esse laço sagrado de caridade que vos uniu à Virgem Imaculada, Mãe de Deus, e pelo amor paternal que tivestes ao Menino Jesus, ardentemente suplicamos que lanceis um olhar benigno sobre a herança que Jesus Cristo conquistou com Seu sangue, e nos socorrais em nossas necessidades com o vosso auxílio e poder.

Protegei, ó guarda providente da divina família, a raça eleita de Jesus Cristo.

Afastai para longe de nós, ó pai amantíssimo, a peste do erro e do vício. Assisti-nos do alto do céu, ó nosso fortíssimo sustentáculo, na luta contra o poder das trevas e assim como outrora salvastes da morte a vida ameaçada do Menino Jesus, assim também defendei agora a Santa Igreja de Deus das ciladas de seus inimigos e de toda a adversidade.

Amparai a cada um de nós com o vosso constante patrocínio, a fim de que, a vosso exemplo e sustentados com o vosso auxílio, possamos viver virtuosamente, morrer piedosamente, e obter no céu a eterna bem-aventurança."





Assim seja.








Autor: Sua Santidade, Papa Leão XIII

sexta-feira, 29 de julho de 2011

SAN JOSE FUNDADOR Y PADRE DEL CARMELO TERESIANO

SAN JOSE FUNDADOR Y PADRE DEL CARMELO TERESIANO

El título de esta lección es: "San José Fundador y Padre del Carmelo Teresiano". En ella, después de una breve introducción, una ficha teológica, y la reflexión que han hecho los teólogos a lo largo de la historia de la Iglesia, me refiero particularmente a las relaciones de San José con Santa Teresa y de ésta con San José; a su experiencia mística que tiene con el Santo Patriarca; expongo brevemente las ideas fundamentales del cap. VI de su Autobiografía; las expresiones de su devoción y de su amor a San José, como son la titulación de sus conventos, las imágenes o esculturas que llevaba para ellos, la celebración de la fiesta de la Solemnidad de San José, etc.; para acabar con la proyección de esta devoción de Santa Teresa en el Carmelo Teresiano que ha florecido de una manera singularísima, de una manera realmente admirable en tanto santos y santas, en tantos carmelitas y devotos entregados de verdad a San José con un amor entrañable.

I. INTRODUCCION
La presencia de San José en la Iglesia de Dios, tan fuertemente destacada por San Mateo, canonizada por el Espíritu Santo de varón justo, Esposo verdadero de María y Padre singular y virginal de Jesús, por quien de algún modo pasan los designios de Dios sobre la humanidad salvada, quedó silenciada en los primeros siglos de su existencia, como silencioso fue siempre él el Santo del silencio , de quien no se nos conserva ni una sola palabra. Es su persona la que es palabra decidora y potentísima. Con el correr de los siglos esa presencia fue despertando y abriéndose camino, como él se merece. No es posible ni siquiera señalar las fechas destacadas de la aparición de esa presencia, que se ha ido haciendo también silenciosa pero irresistible. Baste recordar que uno de esos momentos cumbres, en que aparece pujante y arrolladora la presencia de San José en la Iglesia, fue Santa Teresa de Jesús.
Para ensalzar la fuerza de la presencia de San José en la Iglesia, podíamos pasar revista a las muchas familias religiosas a él consagradas; a los sermones y libros a él dedicados; a los cientos de templos erigidos en su honor, y rara es la iglesia donde no está presente San José en una escultura o alguna pintura; a los millares de personas que han paseado y pasean su nombre por este mundo; a las muchas cofradías, fundadas bajo su nombre y alentadas por su patrocinio; a las serie de textos de los Papas exaltando su figura; a los millares de páginas josefinas de tantos santos y autores espirituales, que formarían un magnífico enchiridion josefino. Baste recordar, como último eslabón de una larga historia josefina en la Iglesia, su presencia y actuación en el Concilio Vaticano II, que tanta repercusión ha tenido y sigue teniendo en la vida eclesial. Juan XXIII en la Constitución apostólica, "Humanae Salutis", con que convoca el concilio, se lo confía a San José. Y en el discurso de clausura del último período del Concilio expresa esa misma confianza: "Esté siempre con nosotros la Inmaculada Virgen María; de igual modo San José, su castísimo Esposo, Patrono del Concilio ecuménico, cuyo nombre desde hoy brilla en el canon de la Misa,nos acompañe en el camino, el que fue dado por Dios como compañero y auxiliador de la familia nazaretana"(1). Culminación de esta trayectoria es la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, "Redemptoris Custos", sobre la figura y misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia, del 15 de agosto de 1989.

II. - LA TEOLOGIA DE SAN JOSE
En la Sagrada Escritura, concretamente en el evangelio, que es el alma y la fuente de la auténtica y verdadera teología, no son muchas las palabras sobre San José, pero sí más que suficientes para trazar una ficha teológica del Santo, en la que se recogen su papel en la historia de la salvación y sus virtudes y grandezas. Concretamente desde esas palabras la Iglesia: Papas, liturgia, santos, teólogos, predicadores y sentido de la fe de los fieles, han ido trazando las líneas teológicas y espirituales del José que hoy venera y ensalza la misma Iglesia.
a) Datos evangélicos
El evangelio enseña claramente que José es quien transmite a Cristo su ascendencia y genealogía y con ello la descendencia de Abraham con todo lo que ello significa, y, sobre todo, la descendencia de David y las promesas del reino mesiánico y eterno. Ese es el significado y la importancia de la genealogía de José, desposado con María, de la nace Cristo (Mt 1, 1-16).
San José en los planes de Dios juega un papel de capital importancia; sin él no hubiese existido el descendiente de David, el Mesías. José da su consentimiento a esta transmisión. El Señor le pide que tome a María como esposa, porque en los planes de Dios el Mesías tenía que nacer de una virgen, pero desposada, casada con un hombre justo; y este hombre es José. Y José con su silencio dijo SI a la embajada de Dios, recibiendo a María en su casa. Es todo el valor capital del anuncio a José (Mt 1, 18-24).
José es el varón justo, cabal, perfecto, y como tal ha obrado en el momento transcendental de la Encarnación del Verbo, totalmente entregado a la voluntad de Dios con una fe ciega y absoluta en El. Se desposa con María por voluntad de Dios Es un matrimonio preparado por el Espíritu Santo, en el que sólo interviene Este de una manera especialísima (Mt 1, 19a).
Por razón de su matrimonio con María, José es padre de Jesús, padre virginal. El evangelio le da el título de padre sin más: "He aquí que tu padre y yo te buscábamos" (Lc 2, 48); porque en todo el contexto del relato evangélico se comprende fácilmente el contenido de la paternidad.
Paternidad que encuentra su realización materializada en el nacimiento de Jesús en Belén. San José pone los actos previos al nacimiento de Jesús. Como esposo justo y fiel lleva a la madre, próxima al alumbramiento, a Belén; le busca una posada digna entre amigos y conocidos, y, al no hallarla, se instala con ella en un establo de bestias, esperando el santo advenimiento. Acompaña a María en el momento de dar a luz al hijo que el cielo les ha regalado a los dos, dice San Agustín. Ha llegado ya el fruto de su matrimonio virginal con María; ha visto colmada su paternidad por obra y gracia del Espíritu Santo, aceptando que fuese de aquel modo concreto, en pobreza y abandono del mundo (Lc 2, 4-7).
José, como padre del recién nacido, le circuncida al octavo día y le impone el nombre de Jesús, que era un derecho inherente a la misión del padre; así San José ejerce su dominio sobre el hijo y, de alguna manera le marca su personalidad. Al imponerle el nombre de Jesús le incluye con todo derecho en la descendencia davídica. Es un acto de dominio y de sabiduría porque el nombre responde a la sustancia de la persona (Lc 2, 21; Mt 1, 20-21. 25).
José y María, según San Lucas, presentan al niño Jesús en el templo como sacerdote y como sacrificio. Acto que representa el reconocimiento por los padres de la especial consagración a Dios de aquel Niño que ya recibió el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador, por especial inspiración de un ángel (Lc 2, 22-24).
En su calidad de padre de Jesús recibe del cielo la orden de llevarle a Egipto para liberarle de las iras exterminadoras de Herodes y de volverle, a su debido tiempo, a Palestina (Mt 2, 13-23).
Y en su calidad de padre, José es obedecido por Jesús y le está sujeto (Lc 2, 51).
Los sentimientos de paternidad para con Jesús en José son tan fuertes que cuando los pastores cantan las maravillas de la aparición de los ángeles, su padre y su madre escuchan maravillados lo que se dice del Niño (Lc 2, 33); y cuando se pierde en el templo, le buscan por espacio de tres días con gran dolor; Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote (Lc 2, 48).

b) Reflexión teológica
Las palabras evangélicas sobre San José son pocas, pero son tan grandes, tan graves y tan densas de contenidos laudatorios del Santo, que basta el discurso de la razón, reflexionando sobre estos datos, para sacar de ellos, sin forzarlos, su grandeza singular y única. Desde estos datos se ha ido elaborando a lo largo de los siglos la que podemos llamar la teología de San José, que reducimos esencialmente a estos puntos:

1) José, esposo de María
Es, sin duda, la primera verdad que se destaca en los relatos evangélicos. San José está desposado con María. Entre ellos existe un verdadero matrimonio, con todos sus derechos y obligaciones, aunque sellado por la virginidad de entrambos. Un verdadero matrimonio, ordenado de una manera especial a recibir y educar dentro de él al fruto virginal del seno de María, Jesús. Por eso es un matrimonio que se fragua y se realiza por el instinto del Espíritu Santo. El Espíritu del Señor juega un papel especial en la realización de este matrimonio: la madre de Jesús había de ser una virgen, pero una virgen desposada con un hombre justo llamado José; Jesús tenía que nacer en una comunidad matrimonial, pero de una manera virginal. Un matrimonio verdadero, pero unido legítimamente por el vínculo de un amor casto con exclusión de toda obra de la carne. Un matrimonio para el que sólo José fue juzgado digno porque sólo a él le predestinó y preparó el Señor para dicho matrimonio. Un matrimonio para salvaguardar la fama de María en su maternidad divina y para introducir al Hijo de Dios en el mundo por los cauces normales por los que entran los demás hombres, con la exclusión de la generación carnal.

2) José, padre de Jesús
Desde la singularidad de este matrimonio hay que entender y comprender la paternidad de José sobre Jesús. A José, Dios le pide el consentimiento al matrimonio con María, con vistas a recibir a Jesús en este mundo, a introducirle en la marcha de la historia de la salvación en esta fase terrena: José, no temas recibir a María en tu casa, porque lo que ha concebido es por obra del Espíritu Santo; y José la recibió en su casa y con ella el fruto nacido de su vientre. Y por eso será llamado padre de Jesús. Es el apelativo que sin más aditamentos le da el evangelio.
Ya desde los primeros autores que tratan este tema encontramos este razonamiento para explicar que José es padre de Jesús y en qué sentido: María por derecho matrimoniaL pertenece a José, es como el campo de José. José por el voto de virginidad renuncia al uso de este derecho sobre María; en algún sentido lo cede al Espíritu Santo, que engendra de ella a Jesús virginalmente. Este, engendrado y nacido del cuerpo de María, en el campo de José, le pertenece como hijo. Lo explican por la ley del levirato: San José estaría civilmente muerto por el voto de virginidad y el Espíritu Santo le habría suscitado la prole; y también por el principio de derecho de que lo que nace en un campo pertenece al dueño del campo.
La paternidad sobre Jesús es la grandeza suprema de José, de la que derivan todos los demás privilegios y gracias, ya que el mismo matrimonio con María está divinamente ordenado a esta paternidad única en el mundo.
Los teólogos al desentrañar la paternidad de José sobre Jesús y querer darle un calificativo apropiado y expresivo de esa realidad, hablan de una paternidad legal, putativa, adoptiva, matrimonial, virginal, propia. Realmente es única. Es una paternidad en la que se dan todos los elementos de la misma sublimados, menos el de la generación carnal; y, además, todos ellos ordenados por Dios exclusivamente a una paternidad sobre Jesús. José es virginal y matrimonialmente padre de Jesús. No solamente no desmerece en nada la paternidad de José sobre Jesús porque le falta la generación carnal, sino que, como escribe San Agustín, tanto es más firmemente padre, cuanto más castamente es padre.
3) José vive la paternidad sobre Jesús
Dios que modela y forma uno a uno los corazones de los hombres (Sal 32, 15), puso en el corazón de José los sentimientos más altos de la paternidad. El corazón de José está modelado singularmente por la mano de Dios con miras a su Hijo, cuando Este se encarne en el mundo. No hay corazón de padre que se pueda comparar en el amor a los hijos, al de José por Jesús; el amor paternal de José excede toda ponderación. Predestinado para padre singular de Jesús, Dios le dotó de un amor paternal único. Como dice un autor "si no fue verdadero padre natural de Dios, no fue porque le faltase la congruidad y partes requisitas para eso, sino porque Dios de padre en la tierra no hizo elección" (I.Coutiño, Sermón...p. 112).
Expresión de su amor paternal es el comportamiento de José para con Jesús en su infancia y juventud. A los casos recordados del evangelio, añadamos que José como padre educa a Jesús en un sentido amplio, enseñándole las oraciones que todo fiel israelita rezaba a diario y las que decía en comunidad en el templo y en la sinagoga, como el Shema, la acción de gracias...oraciones que todo varón debía saber desde los doce años.
Sin duda le enseñó también aquellos pasos de la Escritura más destacados, que se referían a la historia de la salvación del pueblo escogido, los salmos más usados, las enseñanzas de los profetas y de los sapienciales.
Y, como el que no enseña a su hijo un oficio, le educa para ladrón, San José enseñó a su hijo el oficio de carpintero. La vida de Jesús niño y adolescente está fuertemente marcada por la educación que le dio San José.

4) Grandeza y santidad de San José
Del hecho del matrimonio con María, y del hecho de la paternidad sobre Jesús, todos los teólogos deducen la grandeza singular del Santo Patriarca. Es la suya una grandeza y santidad única. A nadie cede en ellas si no es a María. Y como ella, aunque en grado inferior, según muchos teólogos, José pertenece al orden hipostático, que le eleva por encima de todos los ángeles y santos.
Es una grandeza tal que exige unos grados y alturas de santidad excepcionales, ya que cuando Dios escoge a uno para un oficio o ministerio, a la medida del mismo da los excesos de santidad. Y no hay grandeza que se pueda comparar con la de ser esposo de María y padre de Jesús.
Por ser esposo de María y tratarse de un matrimonio preparado y realizado por Dios, el Señor le dotó de un alma semejante a la de María, en decir de San Bernardo; le enriqueció con una abundancia de gracias y virtudes, que está muy por encima de las dadas a hombres y ángeles. En todo matrimonio bien hecho se busca que haya cierta igualdad, cuánto más en el que hace el mismo Dios, donde tanto obliga la razón; por eso San José es virgen, como María, y es joven cuando se desposa con ella. Basta pensar en la grandeza, en la santidad, en la plenitud de gracia de María para deducir la santidad y abundancia de gracia de José.
Gracia y santidad en las que José no dejó de crecer de una manera rápida y altísima por el continuo contacto con María y con Jesús, ya que, según el principio tan repetido por todos, tanto más participa uno del calor del fuego cuanto está más cerca de él, y tanto más abundantemente bebe de la fuente cuanto está más cerca de ella.
Por ser padre de Jesús, se exige que tenga una santidad digna de tal oficio y ministerio. Todas las prerrogativas de santidad y virtudes de San José tienen su origen y explicación en la grandeza de su paternidad sobre Jesús. Al ser ésta el oficio y ministerio de mayor altura en la Iglesia, coloca a San José inmediatamente en el trono de Dios; su santidad y virtudes son enormemente superiores a las de todos los santos ángeles. Dios Padre puso en él generosamente todas las virtudes y dones, aún aquellos que parecen contradictorios, como virginidad y matrimonio...Mientras a otros santos les reparte los dones, a unos unos y a otros otros, a San José se los dio todos, le dio lo bueno y lo mejor y sin medida.

5) Privilegios de San José
Los teólogos no sólo deducen de los datos evangélicos la santidad y virtudes singulares de San José por su condición de Esposo de María y Padre virginal de Jesús, sino que llevan más lejos la fuerza del razonamiento y predican del Santo una serie de privilegios semejantes a los de María.

6) Poder de intercesión de San José
El poder de intercesión de San José es único, después del de María. Las razones teológicas de la misma las recogió Santa Teresa en su panegírico josefino del capítulo 6 de la Vida: porque es Padre de Jesús y Esposo de María. Si San José mandaba a Jesús como a hijo en la tierra y Este le obedecía, como a hijo sigue mandándole en el cielo; sus peticiones son mandatos. Como dice Juan Gersón: San José no pide, manda; no ruega, ordena; porque la petición del marido a la mujer y del padre al hijo se considera un mandato.
Este poder de intercesión no es sólo en algunas necesidades sino en todas, pues se trata del poder ante Jesús, de quien todo depende; es Santo poderoso no sólo para algunos sino para todos, para toda la Iglesia, que cree y confía en ese poder. Esa fe la expresó Pío IX declarándole Patrono de la Iglesia Universal el 8 de diciembre de 1870. Y si bien la fiesta fue suprimida más tarde a nivel de iglesia universal, es siempre verdadero que San José es Patrono y Protector singular de la Iglesia, ya que como Padre de la misma, en la línea que es Padre de Jesús, Cabeza de esta Iglesia, le corresponde este patronato y protección, proporcionalmente a como le corresponde a María, por ser Madre de la Iglesia el título de Patrona y Protectora de la misma.
III. SAN JOSÉ EN EL CARMELO ANTES DE SANTA TERESA

San José en el Carmelo entra desde los orígenes de la Orden. No en vano el Carmelo es flor plantada, nacida y desarrollada en Palestina, la tierra de José. El Carmelo nace acunado por María y por José. Desde sus orígenes derrama fuertes aromas josefinos junto a los marianos. Y si no es cierto lo que se ha escrito, que "cuando los carmelitas, huyendo de la persecución de oriente, se refugiaron en occidente, nos trajeron la fiesta de San José(2), es innegable que la devoción a San José, a nivel personal y local, se vivía desde la venida de los carmelitas a Europa, si bien la fiesta del Santo Patriarca, a nivel de Orden, no aparece sino en la segunda mitad del siglo XV, con la particularidad de que los carmelitas fueron los primeros que en la Iglesia latina compusieron un oficio enteramente propio en honor de San José, que aparece en el breviario impreso en Bruxelas en 1580 y en los que le siguen; y es seguramente el que leía la Santa Madre en la fiesta de San José. Quiere decir que los carmelitas desde que comenzaron a honrar a San José, lo hicieron con tanto ardor y fe que apenas se encuentra precedente igual en la historia josefina. "Este oficio no solamente es el más antiguo monumento elevado en la Iglesia latina a la gloria de San José, sino también, seguramente, el cántico más hermoso que jamás le fue consagrado. Todas sus partes, desde la primera antífona hasta la última, nos representan al Santo en todo el esplendor de su gloria"(3).
¿Qué es lo que se cantaba y celebraba en esta festividad de San José del 19 de marzo? La virginidad de José, a quien Dios encomienda la virginidad de la Madre de su Hijo, con quien la casa, para celar el misterio de la Encarnación al diablo, y para que fuese testigo y guardián de la virginidad de María, defendiéndola de toda sospecha de infamia.
El matrimonio realizado por Dios es un matrimonio virginal, ligado no por unión carnal sino por un amor virtuoso; un matrimonio feliz por la fe, el sacramento y la prole bendita. Vice-Padre, Padre virgen y, como María, libre de toda infamia de pecado, sirviéndose mutuamente María y José con solicitud conyugal, y con igual dedicación alimentando al Hijo.
San José es el receptor del misterio de la Encarnación, por quien el Angel, enviado de Dios, da a conocer el misterio de la salvación humana, y que tiene los reinos de la vida.
Esta teología es la que leía y meditaba Santa Teresa en la fiesta de San José, mientras vivía en el monasterio de la Encarnación, donde consta que la devoción a San José estaba muy arraigada, y que, resumida y hecha experiencia singular, ha derramado en su Vida.
IV. RELACIONES DE SANTA TERESA CON SAN JOSÉ

Pocas personas en la historia de los hombres tan dotada para relacionarse con los demás como Santa Teresa. Estaba hecha para la amistad abierta y generosa, para una vida de relaciones sociales y espirituales amplias y varias. De hecho en el campo concretamente carmelitano, desde el General para abajo, se relacionó con tantos frailes y monjas.
Lo mismo le pasa con los santos del cielo. No es persona de un solo santo o de pocos. Por el contrario son muchos de los que se confiesa devota. La lista de los santos de su devoción particular, encabezada por San José, encontrada en su breviario, registra la friolera de 34 (y no es completa); entre ellos están los Patriarcas, las once mil vírgenes, los Santos de la Orden, los Angeles.
Muchos santos, pero uno singular, no sólo por ser el primero de la lista sino por razón de sus vivencias espirituales especiales con él: éste es San José.

a) Devoción y experiencia josefina
Lo que Santa Teresa nos enseña sobre San José en la historia de salvación de su alma es la expresión de una devoción sentida y profunda y sincera al Santo Patriarca, hecha vivencia, experiencia honda, intimísima y prolongada por muchos años. No habla de lo que aprendió en los libros, que alguno debió leer sobre San José, ni de lo que oyó en los sermones que oía, al menos cada año cuando procuraba hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía (V 6,7), y en otras ocasiones. Ella habla desde la experiencia personal de San José interviniendo en su vida y en su alma; no dice nada que no sepa por experiencia; que por eso se convierte en un apóstol singular de la devoción al Santo.
La devoción de la Santa a San José, hecha experiencia, aparece clara desde su entrada en la Encarnación. Y se fragua ya desde niña. "Con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ser devotos de Nuestra Señora y de algunos santos" (V l,l). Y para la Santa no se puede pensar en la Virgen sin ver a su lado a San José. Lo cierto es que desde su entrada en la Encarnación esta devoción aparece pujante, viva y proselitista. Una devoción, hecha experiencia, que es el compuesto de afecto, entrega, veneración, confianza, amor, que le lleva a encomendarse muchas veces a él. Y el resultado de esta actitud múltiple, vivida día a día y con más intensidad en momentos de necesidad espiritual o corporal, es que se da cuenta que ha elegido a un santo lleno de bondad y de poder, experimenta que se relaciona con un Padre y Señor. Vio claro, tuvo por experiencia, como otras personas tenían también por experiencia, a quienes ella se lo recomendaba, la benéfica y universal ayuda con que San José le correspondía, sacándola con más bien que ella le sabía pedir. Se trata, no de una experiencia sobrenatural y mística, sino de un convencimiento total desde la fe sincera y el amor entregado, que lo que ha recibido en necesidades de alma y cuerpo son gracias dispensadas por San José, en atención a la total confianza con que se las ha pedido y el abandono esperanzado con que se le ha encomendado. De aquí nace el típico agradecimiento de la Santa: hace proselitísmo y conquista muchos devotos para San José: hay muchos que son devotos de nuevo...yo decía se encomendasen a él...y celebra su fiesta con toda solemnidad.

b) Experiencia sobrenatural y mística
La larga experiencia de la devoción a San José, con el tiempo se madura y se transforma en una experiencia sobrenatural, sin perder su carácter habitual de experiencia a nivel de gracia ordinaria, aunque muy fuerte. Esto sucede cuando la Santa comenzó a tener una manera nueva de experimentar las realidades sobrenaturales. También la devoción a San José queda tocada suave y fuertemente de esos vientos místicos que han entrado en su alma. En esta línea se desarrolló poderosamente la devoción de la Santa a San José, y las experiencias concretas de esta devoción mística irán apareciendo en momentos concretos y especiales de su vida.
La devoción a San José en el Carmelo teresiano va esencialmente unida a Santa Teresa. Es uno de los legados más ricos y característicos que la Santa dejó a sus hijos. Y los hace por la fuerza de esta experiencia y como fruto maduro de la misma. Una herencia valiosísima. Al experimentar a San José como Fundador de la Reforma, de su obra de Fundadora, le asocia esencialmente a la misma. No se comprende el Carmelo teresiano sin San José, sin la experiencia josefina de la Santa. Las palabras del P. Gracián, el gran confidente de la Madre Teresa por tanto tiempo, y prelado suyo muchos años, son terminantes: "...y por esta causa, según escribe el doctor Ribera, puso sobre la portería de todos sus monasterios que fundó a nuestra Señora y al gloriosa San José; y en todas las fundaciones llevaba consigo una imagen de bulto de este glorioso santo, que ahora está en Avila, llamándole fundador de esta Orden.
Los cuales (que profesan esta regla de carmelitas descalzos) reconocen por fundador de esta reformación al glorioso San José, con cuya devoción la fundó la Madre Teresa, así como toda la religión del Carmen reconoce por fundadora a la sacratísima Virgen María "(4).
De hecho la fundación del primer monasterio no se explica realmente sin la presencia y la ayuda de San José. El primer convento del Carmelo teresiano se funda en un ambiente bañado de lo sobrenatural, tal como entiende la Santa lo sobrenatural, ambiente en el que juega un papel de primera clase el glorioso San José. Como dice el P. Gracián, extendiendo esta importancia capital del Santo a todos los demás conventos: "de la manera que el glorioso San José hizo milagro en la fábrica de este monasterio (de San José), podría contar de otros muchos, así de frailes como de monjas, que parece imposible haberse labrado, si este glorioso santo no hubiese puesto las manos en estas fábricas"(5). Así, un dia después de comulgar oye muchas promesas de que no dejaría de hacerse el monasterio y que se serviría mucho en él y que se llamase San José, y que a una puerta nos guardaría él (San José) y nuestra Señora la otra, y que Cristo andaría con nosotras" (V 32,ll). Metida ya en la edificación del monasterio, se encuentra atada por todas partes, sin dineros ni de dónde los tener, ni para el Breve ni para nada. En esta situación sin salida viene sobrenaturalmente en su ayuda San José; se lo había encomendado mucho; y el Señor, por maneras que se espanta a los que lo oían, me proveyó" (V 33,12). Le llegaron de manos de su padre y señor San José por medio de su hermano Lorenzo más de doscientos ducados.

En estos mismos días, estando en la iglesia de los dominicos, recibe la gracia mística de la vestición de una ropa de mucha blancura y claridad. Se la visten nuestra Señora, de grandísima hermosura, a quien ve al lado derecho, y su padre San José, que ve al izquierdo, dándole a entender que ya está limpia de sus pecados.
En este ambiente de lo sobrenatural quedó erigido oficialmente el monasterio del señor San José el día 24 de agosto de 1562. La Santa Madre experimenta un gran contento por haber hecho lo que el Señor le había mandado y porque hay otra iglesia más en este lugar, y precisamente de mi padre glorioso San José, que no la había (V 36,8). La extereorización de esta fuerte experiencia en la fundación del primer monasterio es una imagen de talla de San José, vestida, con el sombrero en la mano y la vara florida, sobre la puerta de la iglesia, y en un lienzo del Santo en el altar mayor.
La experiencia sobrenatural de San José en la fundación del primer monasterio es un punto culminante en la carrera de esas experiencias de su padre y señor San José, que comienza con la curación milagrosa de su gravísima enfermedad, y que marca un momento fundamental y decisivo en sus relaciones con el Santo Patriarca, en el que le experimenta -vi claro- como padre y señor omnipotente en todas las necesidades. La experiencia josefina ya no se corta y se prolonga a lo largo de toda su vida. Su existencia se desarrolla bajo el signo de San José. Isabel de la Cruz en su dicho para la beatificación de la Santa en el Proceso de Salamanca, la expresa con estos términos: "Era particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado"(6). Hay muchos datos y momentos en su vida en que siente esta experiencia de San José, además de los mencionados. Basta recoger estos tres. Un día que comulgaba había visto que venían alumbrando al Santísimo Sacramento el bendito San José de una parte y Lorenzo de Cepeda, su hermano, de otra. Así se lo cuenta a su sobrino Francisco, hijo de Lorenzo(7). Petronila Bautista habla de un arrobamiento muy grande que tuvo el día del bienaventurado San José, estando oyendo misa en la reja del coro de San José de Avila(8).
No, por conocido, es menos de ponderar el hecho de la aparición de San José cuando iban camino de Beas de Segura para una nueva fundación en aquella villa. Lo cuenta Ana de Jesús (Lobera), testigo del hecho como una de las ocho religiosas que acompañaban a la Madre en dicha fundación.

c. Formas expresivas de la devoción y experiencia de San José
Como de la abundancia del corazón habla la boca, la abundancia de la devoción y experiencia josefina de la Santa se visibiliza en una serie de manifestaciones externas. Y no importa que la devoción y la experiencia de San José alcance cotas sobrenaturales muy altas; a la Santa la altura de estas experiencias sobrenaturales no le hicieron perder el contacto con la tierra y la realidad de cada día. Y así vemos que, mientras la experiencia de San José se vive en lo más profundo del espíritu, en el centro del alma, las formas devocionales para expresar la misma son las más simples y elementales y las más tradicionales y comunes. Para ella los medios ordinarios de devoción de aquel entonces continúan siendo fuentes de piedad, de amor, de agradecimiento, y los medios de expresar su religiosidad hacia su padre y señor San José.

l) Titulación de sus monasterios
Para la Santa Madre los conventos que va fundando, a imagen del primero, son casas del señor San José, son su casa. Por eso procura que la mayoría lleve hasta el nombre y título de San José. De los diez y siete palomarcitos de la Virgen, fundados por ella, once están bajo el título de San José: Avila (1562), Medina del Campo (1567),Malagón (1568), Toledo (1569), Salamanca (1570), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1576), Caravaca (1576), Palencia (1580), Burgos (1582). Con esta particularidad, que a partir de la fundación de Beas, San José va asociado ingeniosamente a otros títulos.
2) Imágenes de San José en sus fundaciones
Si no todas las fundaciones de la Madre Teresa llevan el título de San José, no hay ninguna donde no esté presidiendo y amparando la imagen de San José. Es una manifestación más de su devoción y experiencia josefina el ir sembrando por sus conventos imágenes de San José, la mayoría de las cuales se conservan todavía.
Es notable, a este respecto, el dato que llevaba consigo en todas sus fundaciones una imagen de bulto de San José, que recibía el título de "San José del Patrocinio", y, cuando el P. Pedro Fernández la nombró Priora del convento de la Encarnación en 1571, y ella supo de la terrible negativa de la mayoría de las monjas para recibirla, llevó consigo esta imagen y el día de la toma de posesión, al tiempo que colocaba la imagen de la Virgen en la silla prioral, la acomodó en la silla subprioral; esta imagen luego le parlaría todo lo que las monjas hacían, que por eso se le llamó el Parlero, y de tanto hablar quedó con la boca abierta milagrosamente (ll).
En la fundación de Burgos, el médico Antonio Aguiar, amigo del P.Gracián, hace notar cómo, al no encontrar una imagen del Santo, reparaba por mano de un pintor un santo antiguo para que representase a San José(9). Como no quiere que falte mucho tiempo la imagen de San José en ninguno de sus conventos, son las casas de su padre y señor, recuerda a Diego de Ortiz, fundador del convento de Toledo, "no se descuide tanto de poner a mi señor San José en la puerta de la iglesia(10).
3) Celebración de las fiestas de San José
Una de las manifestaciones más auténticas de verdadera devoción a un santo es la celebración litúrgica de sus fiestas. La Santa no sólo celebraba la fiesta de San José; la solemnizaba. Lo dice ella misma: "procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía" (V 6,7). Esta costumbre de celebrar la fiesta de San José con toda solemnidad, con música y sermón, con volteo de campanas y galanura de flores y nubes perfumadas de incienso y mirra -que así se celebraba la fiesta de San José en las iglesias de la Orden, según el Beato Juan Bautista el Mantuano- (21), la comenzó en la Encarnación y la mantuvo los años que vivió en aquel monasterio, las reanudó cuando volvió de Priora, y la celebraba en el convento que le pillaba la fiesta del Santo Patriarca. Es uno de los datos más testificados en los Dichos para su Beatificación y Canonización.
Cuando escribe las Constituciones prescribe que "los domingos y días de fiesta se cante Misa, Vísperas y Maitines. Los días primeros de Pascua y otros días de solemnidad podrán cantar Laudes, en especial el día del glorioso San José" (Const. n.2).
Son elocuentes, a este respecto, los festejos religiosos de carácter mariano-josefino que organizaba en solemnidades litúrgicas, como la Navidad, en la que disponía la procesión con las imágenes de la Virgen y San José, de quien era devotísima, añade Isabel Bautista, que describe la escena, y éste pidiendo posada para la Virgen en cinta.

4) El capítulo 6 de la vida, panegírico de San José
El capítulo 6 de la Vida de la Santa, el libro de las misericordias del Señor para con ella, es un panegírico breve pero denso sobre San José.
Voy a fijarme únicamente en un punto o aspecto de este panegírico:

d. Las almas de oración deben ser devotas de San José
"En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas...Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino" (V 6,8).
Para la Santa los que se dedican a la oración forman una categoría especial en la Iglesia de Dios, son los siervos del amor (VII,l); a ella pertenecen sus hijas las carmelitas descalzas. Para estas San José es un maestro consumado.
La oración mental, según Santa Teresa, es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (V 8,5), es decir, con Jesús humanado.
El camino de la oración debe llevarnos a encontrar y vivir en compañía de Jesús. De ahí la exhortación de la Santa: "¿Pues qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto a Vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiéreis, no estéis sin tan buen amigo...¿ Pensáis que es poco un tan buen amigo al lado? (C 26,l).
La Santa, convencida por la propia experiencia, que la oración es tanto más auténtica y santificadora cuanto es un encuentro más íntimo con Jesús, un encuentro en el que el alma "le está hablando y regalándose con El" (V 1311), exhorta ardiente y amorosamente a ocuparse "en que mire que le mira y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con El y acuérdese que no merecía estar allí...; hace muchos provechos esta manera de oración teresiana, y en la compañía e intimidad con Jesús Humanado debe desarrollarse en sus diversas etapas.
Si esto es la oración para la Madre Teresa, se comprende que proponga a San José como Maestro insuperable en este camino. La vida de San José, su vocación, su misión, su predestinación, están totalmente en la perspectiva de la compañía de Jesús y se concretan en estarle siempre al lado, hablarle, regalarse con El, pedirle, servirle. Toda la razón de su existencia es la vida con Jesús y para Jesús. La vida de José tiene su razón de ser solamente en Jesús: recibirle y acogerle en el seno de su Madre, ponerle el nombre, cuidarle y velar por El, alimentarle, enseñarle, vivir en su compañía e intimidad. ¿Quién podrá comprender la intimidad dulce y suave, gozosa y dolorosa, que vivió con Jesús? ¿Quién podrá vislumbrar los grados del trato de amistad que se desarrolló entre ellos y con María?
Si en la oración, como trato de amistad con Cristo, es aspecto esencial escuchar la palabra de Jesús, ver verdades, San José escuchó ensimismado muchas veces las palabras de su hijo Jesús, que le calaban hondo en el corazón. Si a los apóstoles, por ser sus amigos (Jn 15,15), Jesús les descubre sus secretos ¿qué secretos y verdades no descubriría a su padre San José? Y ¡cómo escucharía este las palabras, llenas de vida y calor, de Jesús! ¡Con qué docilidad las asimilaría, con qué amor las metería y meditaría en su corazón!, ¡qué conversaciones mantendrían entre los dos!
Toda la vida de San José fue oración, porque fue una vida en compañía de Jesús, de intimidad y familiaridad con El. Nadie supo más y mejor de esta oración que él, que por tanto tiempo trató con Jesús y María en una comunión y comunicación auténtica y única de amistad y amor.
Por eso en el Carmelo teresiano San José siempre ha sido Maestro de oración. Son incontables las almas que han encontrado en él el maestro y guía de su camino oracional, y algunas han llegado a una verdadera experiencia sobrenatural y mística de él, como la Santa Madre.

V. PROYECCIÓN JOSEFINA DESDE SANTA TERESA

Lo que la Santa escribe sobre su personal y particular experiencia josefina, tan sencilla y vitalmente expuesto, tiene una finalidad: proyectarlo en los demás, quiere que todos sean devotos de San José y se encomienden a él. Y lo ha logrado plenamente. No es posible leer las páginas, en que la Santa describe sus experiencias josefinas y quedarse indiferente. Santa Teresa, cuyas palabras sobre San José caben en muy pocas páginas, se ha convertido en un apóstol de primera magnitud del Santo por la naturalidad, calor y amor con que las escribe. Por lo que escribe del Santo, como exposición de su experiencia sobrenatural y desde la misma, aunque tan breve, entra en el catálogo de los grandes apóstoles josefinos, y por lo que hizo en su obra fundacional. Y esto no sólo para el Carmelo teresiano sino para la Iglesia universal. El P. Gracián en su Josefina cita casi todos los lugares en que la Santa habla de San José(11). Y, después de él, la mayoría de los autores carmelitas cuando se presenta la ocasión. Los predicadores del XVII, en gran número, citan las palabras del capítulo 6 de la Vida, alineándola con Gersón e Isidoro de Isolanis. Santa Teresa entra enseguida en el catálogo de los grandes apóstoles y propagadores de la devoción a San José. Podemos aplicar a este aspecto concreto lo que la Santa dice que le prometió el Señor de su primera casita de San José, que "sería una estrella que diese de sí gran resplandor" (V 32,ll). San José de Avila, la casa de San José ha encendido en el cielo de la Iglesia muchas estrellas de devoción y amor al Santo Patriarca, y sigue y seguirá alumbrándolas.
Como dice un autor francés, Lucot: "Los Papas encontraron un auxiliar poderoso para la propagación del culto de nuestro Santo en la célebre Reformadora del Carmelo. Gersón había hecho mucho por él, Teresa hizo mil veces por sí misma, por los religiosos de su Reforma y por las religiosas de su Carmelo. San José le es deudor, sobre todo, de su gloria sobre la tierra(12).

En el Carmelo teresiano
Que la fundación de San José tuvo un marcado signo apostólico josefino para el Carmelo mismo es claro. En él se serviría mucho a San José. Así lo han comprendido e interpretado los autores carmelitas. El P. Juan de la Anunciación, General de la Congregación de España, historiando la fundación de San José de Avila, escribe: "púsose el Santísimo Sacramento; dedicóse la iglesia a nuestro Padre San José, que por aquel principio es Patrón y Protector de nuestra Reforma...El convento de San José de Avila es el principio y el solar de todos los conventos de la descalcez y principio y solar de la devoción josefina de los mismos"(13).
Valga como confirmación de cómo la devoción a San José penetró en el alma y en la vida de la Descalcez el hecho de intitular tantos conventos con el título y nombre de San José, siguiendo en ello el ejemplo de la Santa Madre. En 1699 había en el mundo 321 conventos de frailes carmelitas descalzos, sin contar los hospicios. De ellos 73 llevan el título de San José. Y hay 180 de monjas sujetas a la Orden y de ellos están bajo el título de San José 57.
Más importantes que los conventos materiales con sus títulos son los conventos espirituales y vivos de las almas. Y estos conventos vivientes respiran bajo el signo de San José. San José ha ocupado y sigue ocupando un lugar de preferencia en ellos. Costumbres devocionales josefinas, introducidas por la Santa Madre, se siguen celebrando aún, como expresión de una devoción genuina, en los carmelos teresianos, y otras que se han ido introduciendo, inspiradas en aquellas(14). Los carmelos teresianos desde su soledad, clausura y silencio son hogares de cálido amor y devoción sentida a San José, que caldean en la Iglesia, focos potentes de devoción honda al Santo que esparcen sus resplandores en la comunidad eclesial. Sería interesante recoger las vivencias josefinas que se registran en los carmelos de la Madre Teresa, en donde San José tiene en cada carmelita una verdadera devota y propagandista, porque viven auténticamente el carisma teresiano. Se les puede aplicar a ellas particularmente estas palabras: "Si, como dicen los curiosos investigadores de los secretos de la naturaleza, los hijos salen a las madres", a nadie le parecerá paradójico lo que, confidencialmente, le voy a decir: que el ser hijo de Santa Teresa y devoto de San José, ser carmelita y defender y propugnar la gloria del santísimo Esposo de la Virgen Santísima, son conceptos sinónimos y cualidades hasta tal punto simpáticas y mutuamente unidas, que no puede ni debe darse una sin la otra(15).
Algunas páginas gloriosas
A lo largo de su historia el Carmelo teresiano, tanto femenino como masculino, ha escrito páginas gloriosas de devoción a San José. San José ha sido siempre y sigue siendo el Padre, el Protector, el Patrono, el Señor, nuestro Padre y Señor San José. La experiencia de la Santa Madre sigue gravitando sobre su vida y su historia y el grito -llamada a él especialmente dirigido- querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, ha encontrado siempre eco y acogida en el corazón de sus Carmelos.
Estas páginas gloriosas tan numerosas, en número muy reducido y muy resumido, se llaman entre otras:
Ana de San Bartolomé, la fiel enfermera de la Santa, que se goza de que por la Santa Madre San José sea más conocido en España "que casi no le conocían", y colabora con Ana de Jesús (Lobera) sembrando abundantemente la devoción josefina en los Países Bajos, y que resultó tan fecunda.
La Beata María de Jesús, el letradillo de Santa Teresa, que ve en visión a la Santa Madre con San José y que, siendo Priora de Toledo, recomienda a sus hijas la devoción a San José, el bendito Esposo de María, a quien Dios ha constituido protector especial de la castidad; no deja pasar día sin rezarle los siete dolores y gozos; le dedica el miércoles de cada semana y el 19 de cada mes; medita con frecuencia en los principales episodios de su vida y particularmente en la inmensidad del amor con que el Santo Patriarca amaba a Jesús.
Santa Teresita del Niño Jesús, que desde la infancia ha sentido hacia San José una grande devoción que se confundía con su amor a la Virgen Santísima, y todos los días le rezaba la oración: ¡Oh José, padre y protector de las vírgenes...! Cuando inicia la peregrinación a Roma le ruega que vele por ella; cuando visita Loreto siente una emoción profunda al pisar el mismo suelo que San José había regado con su sudor. Ya en el Carmelo dedica una poesía a San José, canta su vida humilde y al servicio de Jesús y María, le contempla en su vida sencilla y dura de trabajo, le ofrece los platos fuertes de la comida y exclama como síntesis de toda su devoción: ¡Oh el bueno de San José! ¡Oh cuánto le amo!, y en el cielo verá y cantará su gloria.
Clara María de la Pasión, María de San José, Ana de Jesús (Lobera), Isabel de Santo Domingo, Beatríz de Jesús (Ovalle), Teresa de Jesús, Cecilia de San José, Gabriela de San José, Feliciana de San José, María de la Encarnación, la Beata María de los Angeles, Ana de San Agustín, la Beata Isabel de la Trinidad y tantas más carmelitas en quienes se ha hecho realidad las palabras de la Santa, que hay muchas que le son devotas (a San José) y experimentan esta verdad (V 6,6)
Junto a estas páginas escritas o historiadas, llenas de gloria para San José, hay otras innumerables que sólo han quedado consignadas en el libro de la vida y que no son menos gloriosas.
VI - CONCLUSIÓN

No es posible dejar de lado a San José en la vida de la carmelita, cuando el Espíritu ha hablado tan fuerte en la Iglesia y más concretamente en el Carmelo Teresiano sobre la presencia del papel del glorioso San José en la historia de la salvación de la misma y de cada uno de los salvados. Sería traicionar a Santa Teresa que tan alto sigue gritándonos que seamos devotos de su Padre y Señor San José y nos encomendemos a él, particularmente personas de oración; y sus palabras, con la carga experimental y afectiva que llevan, resultan hoy de una actualidad perenne.
BIBLIOGRAFIA

AA.VV., San José y Santa Teresa. «Estudios Josefinos» l8 (1964) 233-842.
Es una colección de 17 artículos; viene a ser una enciclopedia josefino-carmelitana.
AA.VV. Rivista di Vita Spirituale, 15 (1961) 244-479.
Número dedicado a San José con 7 artículos, textos de Papas, y testimonios de Santa Teresa, P Gracián y José Antonio de San Alberto.
LEON DE SAN JOAQUIN, El culto de San José y la Orden del Carmen, Barcelona, 1905, 26Op.
Para una mayor información bibliográfica ver:AMANCIO DE MARIA, Bibliografía josefina de la Reforma Teresiana, «Est. Jos.» 18 (1964) 807-822.

____________________________
1. AAS 55 (1963) 41. En estos mismos sentimientos abunda Pablo VI en el discurso de apertura de la segunda sesión del Concilio: "Nos asistan todos los ángeles y santos... de una manera particularísima San José que ha sido declarado Patrono de este Concilio". ASS 55 (1963) 859; cfr. AAS 56 (1964) 1013.
2. LEON DE SAN JOAQUIN, El culto de San José y la Orden del Carmen, Barcelona, 1905, c.2, p.48.
3. P. LEON, ob. cit., c.3 p.72. Este oficio con sus nueve lecciones de los tres nocturnos, sus antífonas y responsorios puede verse en BARTOLOME Mª XIBERTA, Flores josefinas y la liturgia carmelitana antigua, Est. Jos. 18 (1964) 301-319. Las lecturas están tomadas de Pedro de Ailly.
4. Josefina, 1.5, c.4, BMC 16,476.
5. Ibidem, p.476.
6. BMC 18, 31; cfr. 18, 36. Justamente la expresión que usa para significar la presencia continua de Cristo, al que "estar siempre al lado derecho sentíalo muy claro" (V 27, 2).
7. Dicho de Beatríz de Mendoza en el Proceso de Madrid, BMC 18, 396.
8. Dicho en el Proceso de Avila, BMC 19, 582.
9. Dicho en el Proceso de Burgos, BMC 20, 428.
10. Cta. 5.2. 1571.
11. L. 5, c.4, BMC 16, 475-477.
12. Saint Joseph, Etude historique sur son culte, París, 1875, p.53.
13. Prontuario del Carmen, t.2; dial.11, p. 497, Madrid, 1699-
14. JOSE ANTONIO CARRASCO, Presencia de San José en los conventos fundados directamente por la Madre Teresa, Est. Jos. 18 (1964) 739-767.
15. ARNALDO DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, Solitarius loquens, I, Leodii, 1968, cfr. 1, p.126.

quinta-feira, 21 de julho de 2011

MISSA EM AGRADECIMENTO

MISSA EM AGRADECIMENTO



QUERIDOS IRMÃOS E IRMÃS DA OCDS

DIA 12 DE NOVEMBRO PRÓXIMO, NA BASÍLICA DE NOSSA SENHORA APARECIDA HAVERÁ UMA MISSA EM AGRADECIMENTO PELOS 100 ANOS DE PRESENÇA DOS CARMELITAS NO BRASIL.





ESSA MISSA SERÁ AS 18 HORAS COM A PRESENÇA DOS FREIS DO SUL : PROVÍNCIA NOSSA SENHORA DO CARMO E DA PROVINCIA SÃO JOSÉ .
TAMBÉM TODOS NÓS CARMELITAS SECULARES ESTAMOS SENDO CONVIDADOS A NESTE DIA CELEBRARMOS JUNTOS.


ESTA MISSA SERÁ TELEVISIONADA.
VAMOS FAZER UM ESFORÇO PARA ESTARMOS AGRADECENDO POR ESTA GRAÇA !!!!!
ANIMEM -SE UNS AOS OUTROS!!!!!


MARIA EDUARDA

quarta-feira, 13 de julho de 2011

oração de um esposo e pai a São José

Ó São José, virgem fidelíssimo e casto esposo de Maria Santíssima, perfeito modelo dos esposos e dos pais, cheio de respeito e de confiança, a vós recorro, e, com os sentimentos da veneração a mais profunda, prostro-me a vossos pés implorando o vosso socorro. Vede, ó puríssimo São José, vede as minhas necessidades e as da minha família, atendei aos desejos do meu coração, pois é ao vosso tão terno e tão bom que os entrego.




Espero que, pela vossa intercessão, alcançarei de Jesus a graça de cumprir, como devo, as obrigações de esposo e de pai. Alcançai-me o santo temor de Deus, o amor do trabalho e das boas obras, das coisas santas e da oração, a doçura, a paciência, a sabedoria, enfim, todas as virtudes cristãs, e que fazem a felicidade e ornamento das famílias.




Ensinai-me a honrar minha esposa, como Vós honrastes à Santíssima Virgem Maria, e como Jesus Cristo ama a Sua Igreja.




Protegei a minha esposa, dirigi-a no caminho do bem e da justiça, pois tão cara como a minha me é a sua felicidade.




Encomendo também ao vosso paterno coração os meus filhos, tão amados por mim. Sede seu Pai, inclinai os seus corações à piedade; não permitais que se afastem do caminho da virtude; tornai-os felizes, e fazei com que depois de nossa morte se lembrem de nós, rogando a Deus pelas nossas almas; honrando, outrossim, a nossa memória com as suas virtudes.




Não permitais que se afastem da Santa Igreja Católica, Apostólica, Romana: Única Igreja de Cristo, Nosso Senhor.




Terno Pai, tornai-os piedosos, caridosos e sempre católicos exemplares, para que a sua vida, cheia de boas obras, seja coroada por uma santa morte.




Fazei, ó Beatíssimo José, com que um dia nos achemos reunidos no Céu, e ali possamos contemplar a vossa glória, celebrar os vossos benefícios, gozar de vosso amor e louvar eternamente o vosso amado Filho, Nosso Senhor Jesus Cristo, em companhia da Santíssima Sempre Virgem Maria, nossa amabilíssima Mãe. Amém.

domingo, 27 de março de 2011

SÃO JOSÉ PATRONO DA IGREJA




O Papa Pio IX, no dia 8 de dezembro de 1870, declarou o glorioso São José, Padroeiro da Igreja Católica. Este mesmo Papa, em 08/12/1854, já tinha proclamado solenemente o dogma da Imaculada Conceição de Nossa Senhora.

Através de Decreto da Congregação dos Sagrados Ritos, o Papa atendeu à solicitação do episcopado do mundo todo, que estava então reunido no Concílio Vaticano I ( 08/12/1869 a 20/10/1870), os quais rogaram ao Santo Padre que se dignasse constituir São José Padroeiro da Igreja Católica.

Assim se expressou a Sagrada Congregação dos Ritos:

“Assim como Deus constituira o antigo José, filho do antigo patriarca Jacó, para presidir em toda a terra do Egito, a fim de conservar o trigo para os povos; assim, chegada a plenitude dos tempos, estando para enviar à terra o seu Unigênito Filho para redenção do mundo, escolheu outro José, de quem o primeiro era figura; constituiu-o Senhor e Príncipe de sua casa e de sua possessão, e elegeu-o custódio de seus principais tesouros.

José teve, de fato, por esposa a Imaculada Virgem Maria, da qual por virtude do Espírito Santo, nasceu Nosso Senhor Jesus Cristo, que, junto aos homens, se dignou ser julgado filho de José, e lhe foi submisso. E José, não só viu Aquele que tantos reis e profetas desejaram ver, mas conversou com Ele, estreitou-O ao peito com paternal afeto, beijou-O; e, além disso, com extremoso cuidado, alimentou Aquele que devia ser nutrição espiritual e alimento de vida eterna para o povo fiel.

Por esta excelsa dignidade, concedida por Deus a seu fidelíssimo Servo, a Igreja, após a Virgem Santíssima, sua Esposa, teve sempre em grande honra e cumulou de louvores o Beatíssimo José, e nas angústias lhe implorou a intercessão. Ora, estando a Igreja, nestes tristíssimos tempos, perseguida em toda parte por inimigos e opressa por tão graves calamidades, a ponto de julgarem os ímpios que as portas do abismo prevaleceram contra Ela, os Bispos de todo o mundo católico, em seu nome e no dos fiéis confiados a seus cuidados, rogaram ao Sumo Pontífice que se dignasse constituir São José Padroeiro da Igreja Católica.

Tendo pois eles, no Sagrado Concílio Ecumênico Vaticano I, renovado com maior insistência os mesmos pedidos e desejos, o Santo Padre Pio IX, comovido com a presente e lutuosa condição dos tempos, querendo de modo especial colocar-se a si mesmo e aos fiéis sob o poderosíssimo Patrocínio do Santo Patriarca José e satisfazer os desejos dos Bispos, declarou-o solenemente Padroeiro da Igreja Católica.

Elevou a sua festa, que caí a 19 de março a rito duplo de primeira classe. E, além disso ordenou que esta declaração, feita com o presente decreto da Sagrada Congregação dos Ritos, fosse publicado no dia consagrado à Imaculada Virgem Mãe de Deus, Esposa do castíssimo José”.

Eram, como sempre, tempos difíceis para a Igreja. O Papa convocara o Concílio Vaticano I para enfrentar o brado da Revolução Francesa (1789) contra a fé, no endeusamento da razão e do nacionalismo. O século XIX começou marcado pelo materialismo racionalista e pelo ateísmo, fora da Igreja; dentro dela as tendências conciliaristas e de separatismo, que enfraqueciam a autoridade do Papa e a unidade da Igreja. Mais uma vez a Barca de Pedro era ameaçada pelas ondas do século. Então a Igreja recomendou-se ao “Pai” terreno do Senhor. Aquele que cuidara tão bem da Cabeça da Igreja, ainda Menino, cuidaria também de todo o seu Corpo Místico.

Trinta anos depois, o Papa Leão XIII, no dia 15/8/1899, assinava a Encíclica “Quanquam Pluries” sobre São José, nos tempos difíceis da virada do século.

Ouçamos o Papa:

“Nos tempos calamitosos, especialmente quando o poder das trevas parece tudo usar em prejuízo da cristandade, a Igreja costuma sempre invocar súplice a Deus, autor e vingador seu, com maior fervor e perseverança, interpondo também a mediação do Santo, em cujo patrocínio mais confia para encontrar socorro, entre os quais se acha em primeiro lugar a Augusta Virgem Mãe de Deus”.

“Ora, bem sabeis Veneráveis Irmãos que os tempos presentes não são menos desastrosos do que tantos outros, e tristíssimos, atravessados pela cristandade. De fato, vemos perecer em muitos o princípio de todas as virtudes cristãs, de fé, extinguir-se a caridade, depravar-se nas idéias e costumes a nova geração, perfeitamente hostilizar-se por toda a parte a Igreja de Jesus Cristo, atacar-se atrozmente o Pontificado, e com audácia cada vez mais imprudente arrancarem - se os próprios fundamentos da religião”.

“Nós propomos… para tornar Deus mais favorável às nossas preces e para que Ele, recebendo as súplicas de mais intercessores, dê mais pronto e amplo socorro à sua Igreja, julgamos sumamente conveniente que o povo cristão se habitue a invocar com singular devoção e confiança, juntamente com a Virgem Mãe de Deus, o seu castíssimo esposo São José: temos motivos particulares para crer que seja isto aceito e agradável à própria Virgem. E, a respeito desse assunto, do qual pela primeira vez tratamos em público, bem conhecemos que a piedade do povo cristão não só é favorável, mas tem progredido também por iniciativa própria; pois vemos já gradativamente promovido e estendido o culto de São José por zelo dos Romanos Pontífices, nas épocas anteriores, universalmente aumentado e com indubitável incremento nestes últimos tempos, em especial depois que Pio IX, nosso antecessor de feliz memória, declarou às súplicas de muitos bispos, Padroeiro da Igreja Católica o Santíssimo Patriarca. Não obstante, por ser muito necessário que seu culto lance raízes nas instituições católicas e nos costumes, queremos que o povo cristão receba, antes de tudo, de nossa voz e autoridade novo estímulo”.

Vemos assim que, nas horas mais difíceis de sua caminhada a Igreja sempre recorre à Sua Mãe Santíssima, que nunca a desamparou; e, em seguida ao seu esposo castíssimo São José.

E Leão XIII explica as raízes da grandeza de São José por “ser ele esposo de Maria e pai adotivo de Jesus”.

http://blog.cancaonova.com/felipeaquino

Oração a São José


"A vós, São José, recorremos em nossa tribulação e, depois de ter implorado o auxílio de Vossa Santíssima Esposa, cheios de confiança solicitamos o vosso patrocínio.

Por esse laço sagrado de caridade, que os uniu à Virgem Imaculada, Mãe de Deus, pelo amor paternal que tivestes ao Menino Jesus, ardentemente vos suplicamos que lanceis um olhar benigno para a herança que Jesus conquistou com seu sangue,e nos socorrais em nossas necessidades com o vosso auxílio e poder.

Protegei, ó Guarda providente da Divina Família, a raça eleita de Jesus Cristo.

Afastai para longe de nós, ó Pai amantíssimo, a peste do erro e do vício.

Assisti-nos do alto do céu, ó nosso fortíssimo sustentáculo, na luta contra o poder das trevas; assim como outrora salvastes da morte a vida do Menino Jesus, assim também defendei agora a Santa Igreja de Deus contra as ciladas de seus inimigos e contra toda adversidade.

Amparai a cada um de nós com o vosso constante patrocínio, a fim de que, a vosso exemplo, e sustentados com vosso auxílio, possamos viver virtuosamente, morrer piedosamente e obter no céu a eterna bem-aventurança. Assim seja.

domingo, 20 de março de 2011

O exemplo de São José

"O exemplo de São José é para todos nós um forte convite a desempenhar com fidelidade, simplicidade e humildade a tarefa que a Providência nos destinou. Penso antes de tudo, nos pais e nas mães de família, e rezo para que saibam sempre apreciar a beleza de uma vida simples e laboriosa, cultivando com solicitude o relacionamento conjugal e cumprindo com entusiasmo a grande e difícil missão educativa."

(Sua Santidade, Papa Bento XVI, Mensagem durante a oração do Ângelus, no dia 19 de abril de 2006, fonte: http://www.vatican.va/).

quinta-feira, 17 de março de 2011

Orações a São José


ORAÇÃO
Ó Deus, que por uma inefável providência, vos dignastes escolher o bem-aventurado São José, para esposo de vossa Mãe Santíssima, concedei-nos que aquele mesmo que na terra veneramos como protetor, mereçamos tê-lo no Céu, como intercessor. Vós que viveis e reinais por todos os séculos dos séculos. Amém.

Oração a SÃO JOSÉ
Para pedir a graça de uma boa morte
São José, que morrestes nos braços de JESUS e de MARIA, meu amável protetor, socorrei-me em todas as necessidades e perigos da vida, mas principalmente na hora suprema, vindo suavizar minhas dores, enxugar minhas lágrimas, fechar suavemente meus olhos, enquanto pronunciar: JESUS, MARIA e JOSÉ, eu vos amo, salvai minha alma. Amém.


ORAÇÃO DE SÃO CLEMENTE
São José, ó meu terno pai, ponho-me para sempre sob a vossa proteção; considerai-me como vosso filho e preservai-me de todo o pecado. Lanço-me aos vossos braços para que me acompanheis no caminho da virtude, e me assistais na hora da morte.
JESUS, MARIA e JOSÉ, eu vos dou o meu coração e minha alma.
JESUS, MARIA e JOSÉ, assisti-me na última agonia.
JESUS, MARIA e JOSÉ, expire em paz entre vós, a minha alma. Amém.

CONSAGRAÇÃO A SÃO JOSÉ
Ó glorioso São José, que Deus escolheu para pai adotivo de Jesus, para esposo puríssimo da Virgem Maria e chefe da Sagrada Família, e que o Sumo Pontífice declarou Padroeiro e Protetor da Igreja, fundada por Jesus, eu recorro a vós neste momento e imploro, com a maior confiança, o vosso poderoso auxílio para toda a Igreja militante.

Protegei especialmente, com o vosso amor verdadeiramente paternal, o Vigário de CRISTO e todos os Bispos e Sacerdotes, unidos à Santa Sé de Pedro.

Defendei os que trabalham, pela salvação das almas, entre as angústias e tribulações desta vida, e fazei que todos os povos da terra se sujeitem docilmente à Igreja, que é o meio de salvação necessário para todos.

Dignai-vos também, meu querido São José, aceitar a consagração que vos faço de mim mesmo. Eu me ofereço todo a Vós, para que sejais sempre o meu pai, o meu protetor e o meu guia no caminho da salvação. Alcançai-me uma grande pureza de coração e um amor ardente à vida interior.

Fazei que, seguindo o seu exemplo, todas as minhas obras sejam dirigidas para a maior glória de Deus, em união com o Coração Divino de Jesus e com o Coração Imaculado de Maria, e convosco. Amém.

quarta-feira, 16 de março de 2011

Documentos Pontifícios sobre São José


Carta apostólica Inclytum Patriarcham de Pio IX

Decreto da proclamação de S. José como Patrono da Igreja por Pio IX
.
Bonum Sane de Bento XV

Quanquam Pluries de Leão XIII

Le voci che da tutto de João XXIII

Redemptoris Custos do Beato João Paulo II

As 7 dores e os 7 gozos de S. José




1 - Dor de pensar em deixar Maria, gozo em receber a mensagem do Anjo.
2 - Dor de ver Jesus nascer na gruta de Belém, gozo ao vê-Lo adorado pelos Anjos, pastores e reis magos.
3 - Dor de derramar o sangue do Menino Jesus na circuncisão; gozo ao dar-lhe o nome de Jesus.
4 - Dor ao ver a espada de Simeão apresentada a Maria; gozo ao ver Ana e Simeão louvando o Menino.
5 - Dor do desterro para o Egito; gozo ao ver os ídolos caírem dos pedestais.
6 - Dor de não poder voltar para Jerusalém, gozo ao voltar para Nazaré.
7 - Dor da perda de Jesus em Jerusalém aos 12 anos; gozo ao encontrá-lo entre os doutores.

.

Oração

Ó glorioso Patriarca São José, animado de uma fé viva, chego ao vosso trono de glória, em que firmíssimamente Deus vos colocou pelos méritos de Jesus e de Maria, por vossos especiais méritos e virtudes. Eu vos peço que me alcanceis a graça de livrar-me dos sete pecados capitais, e que fique firme e constante nas virtudes a eles contrárias, e adornado dos sete dons do Espírito Santo, e que ame com fervor a Jesus e a Maria.

quinta-feira, 10 de março de 2011

O Culto de Protodulia a São José



Sabemos que há três espécies de culto em relação ao objecto.
O culto de LATRIA, é devido só a Deus. HIPERDULIA, especial culto tributado à Mãe de Deus, Rainha dos santos e singular criatura.
DULIA, o culto dos santos.
O culto de S. José não se pode comparar ao de Maria, por Ela ser a Mãe Santíssima, nossa Co-Redentora e Mãe de Deus. Todavia, não pode ser igual ao dos demais santos, uma vez que ele é o maior dos santos e singular entre todos, como sabemos, pelas prerrogativas que possui. A Igreja celebra a memória de S. José, de modo singular na Sagrada Liturgia, com “honras sumas e sumos louvores”, diz o Papa beato Pio IX (1846-1878), e repete estas expressões em vários documentos da Igreja. Por isso, o culto de S. José costuma ser chamado de SUMA DULIA, ou PROTODULIA, culto acima do dos santos: DULIA. E abaixo do de Maria: HIPERDULIA.
Esse culto de SUMA DULIA foi pedida ao Papa beato Pio IX pelo Padres do Concílio Vaticano I (1870). Em nada se opõe à fé e está conforme à dignidade e aos privilégios singulares do maior dos santos.
Nos últimos tempos tem-se introduzido na Sagrada Liturgia o nome de S. José nas Ladainhas Maiores, no rito da Extrema Unção, e da assistência aos agonizantes, em várias orações da Santa Missa e do Breviário.
Antes da reforma litúrgica de 1970, havia a festa do Patrocínio da 4ª. Feira depois do 2º. Domingo da Páscoa, com Santa Missa e ofício próprios e oitava comum.
O Ritual tem bênção de dois escapulários de S. José: uma própria dos capuchinhos, outra dos carmelitas. Há bênção para o anel em honra de S. José.
O culto de SUMA DULIA, ou PROTODULIA, tem inúmeras e tocantes manifestações na Sagrada Liturgia e na devoção dos fiéis.

Enviado por Mariano Araújo, da Paróquia Nossa Senhora de Fátima em Edmonton, Alberta, Canadá.

O GLORIOSO SÃO JOSÉ (Prof Felipe Aquino)



São Mateus afirma em seu Evangelho que São José “era um homem justo” (Mt 1,19). Isto, na linguagem bíblica, significa um homem repleto de todas as virtudes, de santidade completa, perfeito.
Jesus quis ter um pai na terra: O anjo do Senhor, aparecendo-lhe em sonho, diz-lhe: “José, filho de Davi, não temas receber Maria, tua esposa, pois o que ela concebeu é obra do Espírito Santo” (Mt. 1,20).

Coube a S. José dar o nome ao Filho de Deus humanado. O Anjo lhe disse: “Ela dará à luz um filho, a quem porás o nome de Jesus, porque ele salvará o seu povo de seus pecados. Tudo isto aconteceu para que se cumprisse o que o Senhor falou pelo profeta” (Mt 1, 21-22).

Em uma aparição a Santa Margarida de Cortona, disse Jesus: “Filha, se desejas fazer-me algo agradável, rogo-te não deixeis passar um dia sem render algum tributo de louvor e de bênção ao meu Pai adotivo São José, porque me é caríssimo”.

Santo Afonso de Ligório (†1787), doutor da Igreja, garantia que todo dom ou privilégio que Deus concedeu a outro Santo também o concedeu a São José.

São Francisco de Sales (†1655), doutor da Igreja, diz que "São José ultrapassou, na pureza, os Anjos da mais alta hierarquia".

São Jerônimo (†420), doutor da Igreja, diz que: “José mereceu o nome de “Justo”, porque possuía de modo perfeito todas as virtudes”.

São Bernardo (†1153), doutor da Igreja: “De sua vocação, considerai a multiplicidade, a excelência, a sublimidade dos dons sobrenaturais com que foi enriquecido por Deus”.

Se S.José foi escolhido para Esposo de Maria, a mais santa de todas as mulheres, é porque ele era o mais santo de todos os homens. Se houvesse alguém mais santo que José, certamente seria este escolhido por Jesus para Esposo de Sua Mãe Maria. Nós não pudemos escolher nosso pai e nossa mãe, mas Jesus pôde, então, escolheu os melhores que existiam.

São Francisco de Sales:
“Oh! que divina união entre Nossa Senhora e o glorioso São José; união que tornava José participante de todos os bens de sua cara Esposa e o fazia crescer maravilhosamente na perfeição, pela contínua comunicação com Ela, que possuía todas as virtudes em grau tão alto, que nenhuma criatura o pode atingir”.

Testemunho de Santa Teresa de Ávila (†1582), doutora da Igreja, devotíssima de São José. No “Livro da Vida”, sua autobiografia, ela escreveu:
“Tomei por advogado e senhor ao glorioso São José e muito me encomendei a ele. Claramente vi que dessa necessidade, como de outras maiores referentes à honra e à perda da alma, esse pai e senhor meu salvou-me com maior lucro do que eu lhe sabia pedir. Não me recordo de lhe haver, até agora, suplicado graça que tenha deixado de obter. Coisa admirável são os grandes favores que Deus me tem feito por intermédio desse bem-aventurado santo, e os perigos de que me tem livrado, tanto do corpo como da alma. A outros santos parece o Senhor ter dado graça para socorrer numa determinada necessidade.”
“Ao glorioso São José tenho experiência de que socorre em todas. O Senhor quer dar a entender com isso como lhe foi submisso na terra, onde São José, como pai adotivo, o podia mandar, assim no céu atende a todos os seus pedidos. Por experiência, o mesmo viram outras pessoas a quem eu aconselhava encomendar-se a ele. A todos quisera persuadir que fossem devotos desse glorioso santo, pela experiência que tenho de quantos bens alcança de Deus...De alguns anos para cá, no dia de sua festa, sempre lhe peço algum favor especial. Nunca deixei de ser atendida".

Cultos prestados pela Igreja:
Latria = adoração – a Santíssima Trindade
Dulia = veneração - aos Santos e Anjos
Hiper Dulia = super veneração – a Nossa Senhora Mãe de Deus
Proto – Dulia = primeira veneração – a São José.




No Evangelho consta que São José era carpinteiro: “Não é este o filho do carpinteiro?” (Mt 13, 55). Mas a expressão é mais genérica, pois diz “filius fabri”, quer dizer, filho de artesão.
Todo o povo judeu sabia que o Messias viria da tribo de Judá, e seria descendente do grande rei Davi. “Um renovo sairá do tronco de Jessé, e um rebento brotará de suas raízes. Sobre ele repousará o Espírito do Senhor, Espírito de sabedoria e de entendimento, Espírito de prudência e de coragem, Espírito de ciência e de temor ao Senhor.” (Is 11, 1-2)
“Jacó gerou José, esposo de Maria, da qual nasceu Jesus, que é chamado Cristo. Portanto, as gerações, desde Abraão até Davi, são quatorze. Desde Davi até o cativeiro de Babilônia, quatorze gerações. E, depois do cativeiro até Cristo, quatorze gerações.” (Mt 1, 16-17).

A vocação de São José foi a de representante do Pai Eterno junto a seu Filho Unigênito na terra. Por isso os autores místicos o chamam de “Sombra do Pai Celeste”; um privilégio especial só a ele concedido. Isto nos faz lembrar a palavra que diz: “Eu sou o Senhor, esse é meu nome, a ninguém cederei minha glória, nem a ídolos minha honra.” (Is 42,8).

São Basílio Magno (330-369), doutor da Igreja, diz: "Ainda que José tratasse sua mulher com todo afeto e amor e com todo o cuidado próprio dos cônjuges, entretanto se abstiveram dos atos conjugais" (Tratado da Virgem Santíssima, BAC, Madri, 1952, p. 36).

O Papa Pio XI quando proclamou São José Patrono universal da Igreja, disse: “Entre São José e Deus não vemos e não devemos ver senão Maria, por sua divina Maternidade”. “São José, depois de Maria, é o maior de todos os Santos”.

Papa Leão XIII disse na Encíclica Quamquam pluries:
“Muitos Padres da Igreja, de acordo com a Sagrada Liturgia, acreditam que o antigo José, filho do Patriarca Jacó, tenha figurado a pessoa e o ministério do nosso São José, e simbolizado, com o seu esplendor, a grandeza e a glória do futuro Custódio da Sagrada Família.”

Eis o que diz a respeito São Bernardo, doutor a Igreja:
“Lembra-te do grande Patriarca vendido para o Egito, e sabe que ele não só lhe herdou o nome, mas imitou-lhe também a castidade, mereceu-lhe a inocência e a graça. E se aquele José, vendido por inveja dos irmãos e conduzido ao Egito, prefigurou a venda de Cristo, o nosso José, fugindo da inveja de Herodes, levou Cristo para o Egito”.

Papa João Paulo II: “Precisamente em vista da sua contribuição para o mistério da Encarnação do Verbo, José e Maria receberam a graça de viverem juntos o carisma da virgindade e o dom do matrimônio. A comunhão de amor virginal de Maria e José, embora constitua um caso muito especial, ligado à realização concreta do mistério da Encarnação, foi todavia um verdadeiro matrimônio” (cf Exort. Apost. Redemptoris custos, 7).

São José é o patrono da boa morte: Santa Teresa, narrando a morte de suas filhas, devotas do Santo, dizia: “Tenho observado que, no momento de exalar o último suspiro, gozavam inefável paz e tranqüilidade; sua morte assemelhava-se ao doce repouso da oração. Nada indicava que estivessem interiormente agitadas por tentações. Essas divinas luzes me libertaram o coração do temor da morte. Morrer parece-me agora o que há de mais fácil para uma alma fiel”.
Liturgia:

O Papa Pio IX, no dia 8 de dezembro de 1870, declarou o glorioso São José, Padroeiro da Igreja Católica. Este mesmo Papa, em 08/12/1854, já tinha proclamado solenemente o dogma da Imaculada Conceição de Nossa Senhora.

Em 1956, o papa Pio XII (1939-1958) instituiu a festa de São José Operário, a ser celebrada em rito duplo de primeira classe no dia 1º de maio, Dia Universal do Trabalho.

O Papa Leão XIII, no dia 15/8/1899, assinava a Encíclica “Quanquam Pluries” sobre São José, nos tempos difíceis da virada do século.
“Assim como Deus constituíra o antigo José filho do antigo patriarca Jacó, para presidir em toda a terra do Egito, a fim de conservar o trigo para os povos; assim, chegada à plenitude dos tempos, estando para enviar a terra o seu Unigênito Filho para redenção do mundo, escolheu outro José, de quem o primeiro era figura; constituiu-o Senhor e Príncipe de sua casa e de sua possessão, e elegeu-o custódio de seus principais tesouros.”

Orações a São José

COROA DAS SETE DORES E GOZOS DE SÃO JOSÉ
1 - Dor de pensar em deixar Maria, gozo em receber a mensagem do Anjo. Pai Nosso e Ave Maria.
2 - Dor de ver Jesus nascer na gruta de Belém, gozo ao vê-Lo adorado pelos Anjos, pastores e reis magos. Pai Nosso e Ave Maria.
3 - Dor de derramar o sangue do Menino Jesus na circuncisão; gozo ao dar-lhe o nome de Jesus. Pai Nosso e Ave Maria.
4 - Dor ao ver a espada de Simeão apresentada a Maria; gozo ao ver Ana e Simeão louvando o Menino. Pai Nosso e Ave Maria.
5 - Dor do desterro para o Egito; gozo ao ver os ídolos caírem dos pedestais. Pai Nosso e Ave Maria.
6 - Dor de não poder voltar para Jerusalém, gozo ao voltar para Nazaré. Pai Nosso e Ave Maria.
7 - Dor da perda de Jesus em Jerusalém aos 12 anos; gozo ao encontra-lo entre os doutores. Pai Nosso e Ave Maria.
Oração
Ó glorioso Patriarca São José, animado de uma fé viva, chego ao vosso trono de glória, em que firmíssimamente Deus vos colocou pelos méritos de Jesus e de Maria, por vossos especiais méritos e virtudes. Eu vos peço que me alcanceis a graça de livrar-me dos sete pecados capitais, e que fique firme e constante nas virtudes a eles contrárias, e adornado dos sete dons do Espírito Santo, e que ame com fervor a Jesus e a Maria. E para mais obrigar vosso compassivo coração, lembro-vos as sete maiores dores.

Consagração a SÃO JOSÉ
Glorioso São José, digno de ser entre os santos com especialidade venerado, amado e invocado, pelo primor de vossas virtudes, eminência de vossa glória e poder de vossa intercessão, perante a Santíssima Trindade, perante Jesus, vosso filho adotivo, e perante Maria, vossa castíssima Esposa, minha Mãe terníssima, tomo-vos hoje por meu advogado junto de ambos, por meu protetor e pai, proponho firmemente nunca esquecer-me de Vós, honrar-vos todos os dias que Deus me conceder, e fazer quanto em mim estiver, para inspirar vossa devoção aos que estão a meu encargo. Dignai-vos vo-lo peço ó pai do meu coração, conceder-me vossa especial proteção e admitir-me entre vossos mais fervorosos servos. Em todas as minhas ações assisti-me, junto de Jesus e Maria favorecei-me, e na hora da morte não me falteis, por piedade. Amém.

Cântico a São José
Vinde alegres cantemos,
A Deus demos louvor.
E ao pai exaltemos,
Sempre com mais fervor.
São José a vós nosso amor,
Sede nosso bom protetor,
Aumentai o nosso fervor.

Autor: Prof. Felipe Aquino